sábado, 23 de abril de 2011

Para mi dulce niña.


No existe mayor ceremonia espiritual que tu presencia en cualquier habitación. Tu calma es siempre una respuesta iluminada y tu sonrisa las alas que mueven al viento.
Tú no lo sabes pero contienes en tu rostro dos cristalinos manantiales que nadie, jamás en este universo podrá poseer: ese par de ojos heterocrómicos que enamoran y reflejan que este mundo aún es bello.
No creo en los ángeles pero creo en ti. Creo en tu risa como mi amuleto.
Te amo y te respeto con todo ímpetu, mi hermana.
Te amo y por sobre todas las cosas respeto profundamente tu lucha contra las convulsiones y esos medicamentos que sin descanso debes ingerir. Sin descanso.
Respeto lo complicado y doloroso que fue tu nacimiento y esa sonrisa, tu celestial e inestimable sonrisa como una invitación a celebrar la vida a pesar de todo.
Mi hermana mayor, mi ejemplo para ser ineludiblemente fuerte y amoroso de la vida.
Carolina, te amo. Eres el sol.

sábado, 2 de abril de 2011

Querido espejo.




Querido espejo:

Te escribo porque no está la grieta en el cristal sino en el rostro que se mira. El pasado es un resquicio que no se vuelve cicatriz y aún si no quiero lo sigo viendo cuando estoy frente a ti.

Háblame, espejo.

Quítame tú la grieta.